El trabajo de los profesionales de la Unidad de Neurodesarrollo implica evaluar y abordar las funciones cognitivas afectadas, como atención, memoria, funciones ejecutivas y lenguaje, así como aspectos emocionales y alteraciones conductuales. Esta labor se lleva a cabo en colaboración con un equipo multidisciplinario, que incluye neuropsicólogos, psiquiatras y neuropediatras, trabajando de manera conjunta con las familias, la escuela y el entorno del niño/a.
La neuropsicología se enfoca en la relación entre la conducta y el cerebro, centrándose en las alteraciones cerebrales vinculadas a trastornos del neurodesarrollo como TDAH, TEA, trastornos del aprendizaje (dislexia, problemas con el cálculo o la escritura), discapacidad intelectual, trastornos de la comunicación, trastornos motores, trastornos neurológicos (epilepsia, tumores, malformaciones, alteraciones genéticas, traumatismos craneoencefálicos) y trastornos psiquiátricos en la infancia (ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación, entre otros).
Para evaluar las fortalezas y debilidades del niño/a y desarrollar un plan de intervención adaptado, se realiza una evaluación neuropsicológica que sirve como medida objetiva de la evolución durante la escolarización.
La intervención neuropsicológica busca crear un plan de actuación individualizado y holístico, estimulando y rehabilitando funciones cognitivas, conductuales y afectivas alteradas, potenciando las fortalezas y adaptando el entorno a las necesidades del niño/a. Puede ser individual o grupal según las dificultades y objetivos específicos.
Dada la importancia de trabajar con cerebros en desarrollo, la neuropsicología infantil destaca la detección temprana, el diagnóstico y la intervención, haciendo hincapié en señales de alarma como dificultades en el control de esfínteres, retraso en el habla, hitos motores, aprendizaje académico, confusiones en letras y palabras, problemas sociales, pérdida de aprendizajes y dificultades motoras y cognitivas.